

Con el ruido de este país de reformas (y no reformas de leyes que tanta falta hacen), donde los obreros te ponen la banda sonora junto a los coches y demás urbanitas dispuestos a desgraciarte la mañana con su sonata para hormigón en claxon menor.
¿Hacemos nuestra propia vida o es la vida la que nos hace a nosotros? Las distancias entre cada ser humano son mayores cada vez, aunque se encuentren a cuatro metros, perdemos el contacto y el calor. Coincidí con Miguel Ríos sobre esto; estamos perdiendo la conexión entre los “hermanos” y llevamos una venda en los ojos que no nos hace ver más allá de nuestras propias narices.
¿Acaso no preferimos comprar discos por internet?, aunque es lógico que muchos acudamos a la red de redes para encontrar ese ejemplar que se nos resiste en las tiendas, pero como ya dije hace un año en mi primer Quadrophenia, la sensación de llenarse las yemas de los dedos de polvo pasando discos hasta encontrar lo que buscabas es único, es un ritual. Por ello reivindico el calor humano y el trato entre personas sin prejuicios ni fríos comportamientos. De vez en cuando si el tiempo me lo permite (lucho por ser yo quien hace mi vida) me quedo conversando tranquilamente con algún dependiente de la tienda de discos a la que acudo.
Sin ánimo de hacer publicidad, pero la mayoría de mis tardes de fin de semana las paso

¿Miedo?, es posible, no me gustaría vivir en un mundo en el que nos corten la libertad de la manera que lo están haciendo, gradualmente y de tapadillo, no interesan la cultura ni el libre pensamiento, los chavales de ahora carcomidos por lo más zafio de la música taladrándote los oídos en el metro mientras gritan como hienas al ritmo de su teléfono móvil son el futuro y señores, estamos soberanamente jodidos, muy jodidos.
En fin, con toda la razón del mundo los grandes grupos apenas pisan Madrid y prefieren

Y eso de tocar en la calle… es de alto riesgo y quizá no ganes para guitarras. Sino tienes permiso de mostrar tu música ambulante, lo primero es llevarte un toque de atención por parte de la policía, que multándote y requisándote los instrumentos hacen su labor del día. Luego ve a buscar tu guitarra a la comisaría, si hay suerte te llevarás una cajita de astillas.
Madrid, Madrid, Madrid… pedazo de la España en que nací… me defrauda y me lastra, por ello mi cabeza y corazón hace tiempo que no viajan conmigo por la Gran Vía, en el metro o en por Fuencarral, sino que están por el calor del sur, allá dónde el Guadalquivir se funde con el Mediterráneo y el Sol se pierde en el Atlántico. Aquí no queda sitio para nadie, los ecos de las guitarras de Burning, Desperados, Radio Futura, Alaska… se perdieron entre húmedas alcantarillas y entre las paredes de la Sala Sol, templo que ojalá resista muchos años.
Eso espero, a no ser que a Esperanza Aguirre le de otra ventolera de esas que le dan a ella cuando el sol le da en la cara con la camisa nueva y decide sacarse más normas estúpidas o triquiñuelas varias como lo hizo para intentar cargarse el Colegio Mayor San Juan Evangelista, conocido como “El Johnny”, como ya pasó con el Teatro Albéniz o demás rincones de la cultura que peligran en la ciudad de la obra perpetua, porque señores, a los que creemos en otras formas de pensar, amamos la cultura y vemos otros mundos, no estamos bien vistos entre la marabunta irracional política, del ciudadano de a pié ni por los encorbatados en despachos; a los primeros no les gusta demasiado que pensemos, a los segundos les encanta ser el fiel servidor y a los últimos… me gustaría verles pasándolas canutas estando en paro y sin coche oficial.
Y otro tema que hace que me rasgue las vestiduras es la piratería. JA JA JA.
Cierto es que en esta broma de país un CD solo sirve para una cosa: Ser un reflector para espantar los pájaros. Doy gracias que los laserdisc no llegaron a cuajar. ¿Se imaginan una terraza con un CD tamaño vinilo? En fin, volviendo al tema, a parte de que se desprecien los discos como se desprecian, en parte la culpa la tienen los precios.
Abusivos y que no contribuyen ni aportan casi nada al músico.

Pongamos que el nuevo disco de (X) vale 20€ en FNAC o El Corte Inglés.
De esos 20€, la discográfica se lleva 4,50€, el distribuidor 2€, la tienda o gran superficie 5,25€ y ya llevamos más de la mitad. El transportista que ha llevador en su camión palés del disco obtiene 3€, si mis cuentas no me fallan, deberíamos de llevar 3,25€ que se debería de llevar el músico que es quien ha creado eso que se llevan otros, sigo. De esos 3,25€ vamos destinar 4,30€ para impuestos, SGAE…etc. ¿Qué le queda al músico?: 95 céntimos.
Esto es un cálculo aproximado, no son exactos esos números pero pueden hacerse una idea. ¿Qué le queda al artista?, que la gente vaya a sus conciertos, donde el dinero de la entrada va íntegro para el, salvo si tocas en una sala y tienes que dar parte a dicha sala en calidad de alquiler. Por ello interesa que la música fluya por la red y llegue a oídos de la gente y vayan a verlo en directo y si gusta, compren el disco. Pero, ¿qué es lo nuevo de los señores de las discográficas? Llevarse un porcentaje de los beneficios de ese concierto. ¡Jetas!, en lugar de preguntarse en que están fallando, porque la industria musical la están jodiendo ellos por tirar de producto de usar y tirar, meten mano al maltrecho bolsillo del artista. Para empezar los músicos no tienen un sindicato como lo tienen los actores, la música es la puta de todas las artes.
Ahí van para su gozo y disfrute unos artículos que cuentan lo que yo trato de explicarles, no pierdan detalle del artículo de Diego A. Manrique, el odiado por Dylanitas y demás talifanes. Que gran circo, rock and roll y periodismo:
http://www.publico.es/culturas/250456/musicos/espanoles
http://www.elmundo.es/elmundo/2008/10/28/rockandblog/1225161434.html
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Disparar/critico/elpepicul/20090914elpepicul_3/Tes
Algunos músicos que en su país tienen un alto nivel de fama, aquí son prácticamente inexistentes para el público, por lo que cuando vienen a Europa, no bajan de los Pirineos, claro que hay promotores que ven más rentabilidad en los festivales veraniegos que en una mini-gira. ¿Falta de divisa? Falta de vergüenza diría yo.
Y con los libros pasa tres cuartos de lo mismo, la gente lee lo último, lo que leen todos y ojo, no desprecio los best-sellers, porque de echo hay libros muy buenos como los de Paul Auster o Cormac McCarthy, pero me quejo de la falta de criterio en la sociedad, no buscan su propio gusto ni personalidad literaria o musical, simplemente leen o escuchan lo último y lo que más suena. Luego está el tema del ADSL y el monopolio de Telefónica con su línea cara pero lenta cual caracol. ¡Siempre a la cola!.
¡Y eso que nuestros políticos rockean cosa bárbara oiga! ¿Recuerdan a aquel alcalde de Oencia
¡Sin olvidar a Esperanza Aguirre! Es una rock-star, allá donde va levanta pasiones (y aceras), multinstrumentalista; sabe tocar la guitarra eléctrica, clásica y española, la batería y las narices como nadie. Con esa melena rubio-platino que ni Vince Neil en sus buenos años con Mötley Crüe.
Y por último, Mariano Rajoy, entusiasta del folclore y la música regional.
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Pero no se dejen engañar, detrás de cada acorde sacado de la retorcida mente de cualquier político actual se esconden mensajes subliminales que activados en pre-campaña electoral hacen las delicias de cualquier conspiranoico. ¿Habrá que oír los discursos al revés como hacían los zumbados con los discos de Led Zeppelin?. En serio, tenemos que echar a estos dos partidos y romper con el bipartidismo, otro cáncer en este bendito país.
Mirándolo de ese modo, sería la única forma de que los religiosos con olor a cerrado tenga a toda pastilla “Black Dog” resonando en las iglesias.

Espero noten mi ironía.
Buenas noches y buena suerte.

Y como recomendaciones de este mes:
Nothing Gold Can Stay de The Duke and The King
BackSpacer de Pearl Jam
Solo o en Compañía de Otros de Miguel Ríos
Arty Party de DeVito
El Baile de la Desesperación de 091
Charly.-
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