miércoles, 20 de octubre de 2010

QUADROPHENIA XXII: VOLVER AL CIELO

Era un tiempo de luces apagadas

Para un hombre de las estrellas

Soñador

Incluso para el, dejaron de brillar.

¿Por que no ilumináis ya el cielo?

¿Cuando dejasteis de servir?

¿Por que vais de negro?

¿Quizás murió vuestro Sol?

Se pregunta el hombre de las estrellas

Mirando el cielo desde su ventana

Esperando en el cielo

A que le vuelvan a iluminar.

Será que ahora estaréis ocupadas…

Esquivando cohetes y agujeros negros

Os extrañarán las constelaciones

Quizás será mejor que dejáramos de vernos

¿Porque no están todas en su lugar?

¿Que les habrá podido pasar?

¿Fue la luna al salir?

¿O fue el sol al irse a dormir?

Se pregunta el hombre en las estrellas

Mirando el cielo desde su ventana

Esperando en el cielo

A que le vuelvan a iluminar

No queda tiempo para esperar

No puedo esperar, me impaciento

¿En que planeta estáis?

Os digo de veras que lo siento.

¿Os tocó un niño que perdió un sueño?

¿Fueron los astronautas americanos?

¿O fueron los rusos?

Tengo mucho miedo, tanto,

Que cada vez me siento más pequeño.

Se preguntaba el hombre de las estrellas

Ahora volando entre sus fantasías

Imaginando el infinito en su cabeza

Esperando en el cielo.

Reservándose las pesadillas a las menos bellas.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Nota Aclaratoria.

En disculpas por mi salto en la entrada del mes pasado, me veo en la obligación de detallar que no solo escribo y dejo caer mis textos por aquí, que por cierto, agradezco vuestros mensajes de apoyo. Mil gracias.

Podéis leerme en la revista musical Efe Eme, cada tres meses en el fanzine bilbaíno Orpheo con la sección "El Tocadiscos", en El Camaleón y la correspondiente sección "Shake your movie maker!!" donde cada mes desgrano y analizo películas sobre rock, Bunburyclub donde me dejo caer con alguna reseña y donde también se publica Quadrophenia, Mariskal Rock, Confesiones de Margot..., etc.

De nuevo agradezco vuestro apoyo.

Besos y abrazos.

C.-

QUADROPHENIA XXI: SÁCAME DE AQUÍ

(Leer si se prefiere, con la siguiente playlist)
Quadrophenia

Alguien le decía: “Descansa, mañana se te habrá pasado.” Pero de aquella veía complicada la convivencia entre el sueño y la desazón, a pesar de quedarse dormido en un corto pero a su vez, interminable espacio de tiempo, bajó los párpados y pronto comenzó a soñar, pero de verdad, alcanzando el sueño profundo y sumergiéndose en una historia horrible, aterradora que lo hizo levantarse asustado para pensar: “Tranquilo, era un sueño…” Era curioso como una mala noche puede ser una nimiedad gracias a una pesadilla. No quería dormir más, tenía pavor de volver a soñar lo mismo, lo estaba pasando realmente mal.



Y ahora escucho ‘All the wild horses’ por tu culpa mientras en la tierra de las desilusiones se suicidan nueve personas al día. ¡Aleluya o márchate! Susurran las aceras cuando desean pero no quieren más… márchate.
Gotas de ginebra resbalan por mi mano izquierda si me obligas a mirarte a la cara a pesar de mi torpeza y resignación a hundirme en la vergüenza, “como un barquito en alta mar, un tripulante feliz en su falsa deriva.
Abre los ojos, se enamora a primera vista de la chica en la puerta, aunque ciertas palabras deteste y le queden grandes a ambos. Es eso, simplemente eso, una vez más… solo una vez más… me justifico y prometo, pero resuenan el deseo y harmónicas de Ryan Adams por doquier, quiero hacerlo y despertarte al día siguiente, si no con el viento con la mejor de mis sonrisas… sonrisas, siempre eso aunque el filtro las retenga una tras otra por no querer ser quien soy. “Dicen de mi que soy un tanto animal, pero en el fondo soy un sentimental.

No duermo esta noche; aun cerrabas las ojos en ‘The curse’ y suponías que era otro de esos días que pasan extraños… pero eso siempre se va y quedan las sonrisas… sonrisas de domingo que piden socorro cual bengala al cielo de la nave tocada por el oleaje y la tempestad cruzada durante largo tiempo, mucho tiempo. A día de hoy sigo firmando cheques en blanco pero las cifras rondan mi cabeza y rememoro la discordia en un extraño día de verano friolero en la capital. Dolores de cabeza que curan las escapadas a medio terminar ocultando algún miedo que no conviene dejar escapar. “Hubo un momento en que pudimos decir que no, que lo sentimos, nos debimos confundir…



Vuelta sobre las ruedas… apoyado en el cristal de la madrugada queriendo estamparme en el sobre de tela. Ella lo miraba embelesada en un baile de miradas subversivas sintonizando cualquier canción mental que fuera recurrente para ese momento:

-¿Me quieres? Bésame con tanto cariño. –Dijo el.

Ella lo ató con el brazo derecho al cuello, le atrajo hacia su cuerpo y se besaron. Ninguno abría los ojos y para ellos ese tiempo era corto pero para un espectador serían eternas, de hecho lo fueron. Separándose por enésima vez se miraron, susurraban palabras y los arrumacos se sucedían uno tras otro en todo el trayecto:

-Ojalá este camino fuese eterno. –Musitó ella.

Se volvieron a besar y por la forma de corresponderse emocionalmente no seguirían juntos el camino hasta el final. Como esas canciones tan repetitivas de la radio, esas que cuentan la misma historia como si no fuera bastante con escucharla de una voz… una voz que volvía a decir “te quiero”, “te adoro” o “amor” con tanta debilidad espiritual que ni el propio productor se creería lo que escucha a través de la pecera. Los amantes se aplastaban el uno contra el otro entre una ligera bruma de preocupación:

-¿A que hora te levantarás? –Preguntó la chica.

-A las siete… -Respondió el joven con una leve sonrisa.

Seguidamente la chica lo volvió a abrazar ahora en un arrebato lastimero. ¿Le daba pena que el madrugara tanto? ¿Le seguiría queriendo igual al separarse esta noche? ¿Lo engañaría en una semana con otro? Aun así… el volvería a levantarse a las siete, con una leve sonrisa y algo más jodido de la cabeza, se colocaría el mp4 o algún CD en el coche de música barata e hilaría una nueva rutina mientras piensa:

-¿Por qué?

En realidad no se lo pregunta de manera consciente, pero es que tampoco sabe en que ha podido fracasar toda la historia. ¿Se conformaría con la noche de los arrumacos? Pues posiblemente no, pero ella si… o seguramente tampoco. Ahora no hay música, el escritor hilvana dolores de cabeza con lo sucedido, no le apetece ni escuchar una simple nota de alguna canción, no ve el momento de tumbarse y descansar, está lejano aunque sabe de sobra que, como aquel tipo, también caerá; el al sueño y el joven novio al suelo. ¿Dolor? No, si ya lo peor ha pasado…Rise and fall… ¿Bowie sería una buena medicina? Todo sea probar con ‘Space Oddity’, si hemos perdido el control ¿quien mejor que el Duque Blanco para recordarlo? “Ground control to Major Tom…



¡Idiota! su barco zozobraba pero lucha con el timón, en cambio tu nave se ha ido a pique en la primera noche y ahora eres tu el que lucha por no ahogarse en la marea y las olas. ¿Aprendiste antes de nada a nadar? Oh no, claro que no, no pensabas que el barco se hundiría, la sola idea de aquello te parecía tan absurda que lo desechabas con una carcajada aberrante mientras Cohen era un pájaro en el alambre. Ahora ya no hay Cohen, ni pájaro ni alambre, no aprendiste a nadar y te ahogas porque eras tan estúpido que olvidaste hasta respirar. No habrá más bengalas y señales de socorro para ti, da gracias que tengas una muerte tranquila mientras tus pulmones se llenan de agua y todo tu ser se escapa en últimas burbujas de aire intoxicado recordando la última nota de una lastrada canción del song-writer más dejado:

-¿Estás bien? –Preguntó ella…

Y la respuesta que el llegó a emitir no la esperaba, sonrió, con la voz ronca de manera forzada como para bromear y disimular el tono a derrota, musitó con una burda carcajada:

-Si, no te preocupes, estoy bien… ahora mataré a unos cuantos, es síntoma de mi bipolaridad.

Se abrazaron y con un beso en la mejilla, ella por un lado y el por otro creyéndose firme pero más tocado, se alejaron el uno del otro. Otra vez el asfalto de la ciudad era el que permanecía ahí y el que de nuevo miraba cuando agachaba la cabeza y trataba de recordar alguna canción para olvidar la situación… ‘All the wild horses’ se desarrollaba en su cabeza y eso le dolía… en el último suspiro y con los ojos envidrados pudo pensar por una puta vez con claridad y soltar:

Iluso.



Charly.-

martes, 13 de julio de 2010

QUADROPHENIA XX - War is Over


Ahora que todo reposa y las fuentes rebosan orgullo en toda la península y creemos en una salida triunfal del averno...
Hombres y mujeres escupen el grito a la noche, niños asustados agitan banderitas bicolor aturdidos, una, dos y tres, lo vuelven
a hacer y lo harán hasta que regresen dormidos sobre el hombro de un adulto, considerándolo como tal en su lejana muerte
cuando en la corona rece así: "TUS HIJOS Y FRACASOS NO TE OLVIDAN".

¿Ves? a estas horas (04:07) la musa ha decidido venirse un rato, es invisible y no tiene nombre, pero es bienvenida, le gusta
que hoy ponga a los Jacksons 5 y no se siente impresionada por como mire o deje de mirar los puntos de vista cotidianos.
Me gusta, me cae bien pero se largará por la ventana del sueño cuando apague la luz y caiga aletargado. Piensa en irse a otra
ciudad, le gusta donde está pero no está cómodo, todo pinta igual y ya los rincones asfálticos le traen malos recuerdos a cada
paso que da. Los demonios interiores están de vacaciones, le gustaría que no volvieran pero regresan con souvenir bajo el
tridente, su tez roja se vuelve negra al contacto con el oxígeno y como todo lo que arde... aprenderé a apagarme.

Las chicas rotas son un imán de motitas con pene, hay motitas casadas, solteras, divorciadas, viudas y con vidas austeras, pero
pierden el vuelo por el polvo conjunto... quince, treinta, una hora.... y si son cinco minutos salen satisfactorios de haberse dado
un festín de carne y aroma dulzón como es el azufre el aire que expulsan. Engañan y te hacen creer que ellos son el acierto, que
bien si has errado tiene otra mota con pene que puede hacer el apaño, pero que al final... ellos creen ser la motita certera
conocedora del embrujo chamánico del accidente emocional llamado amor y del trance sexual.
Pero no son más que eso, dust in the wind, piezas sin completar queriéndote hacer creer que ellos son la mejor apuesta en el
mercado de la carne. Te vendes caro, pero tu mercancía es barata.

Oh Lord... me acuerdo de ti agarrando el crucifijo cuando ni cardenal, párroco y cura deciden violarme por la gracia de Dios.
Oh Lord... yo que te canto saetas arrodillado sobre mis mejores galas bajo el sol de la arcaica ignorancia.
Oh Lord... yo que te defiendo con dagas de sangre y balas de plata...
Oh Señor... me fustigo y me castigo, de tu carne me apropio y de tu sangre bebo en el pos de una vida mejor.
Oh... ¿por que siendo buen cristiano, casado por la iglesia, cicatrizas memorias bajo la tierra y fustigas mis pecados con dolor?

En el retrato muéstrase feliz de negro, pues sin saberlo estaba yendo de luto, al lado, de blanco, su esposa, sin saberlo era un
grillete con llave perdida. Un marco de latón rodea la instantánea sobre un mueble de contrachapado grueso, al lado, las sonrisas
se cuentan por varias, sonrisas a golpe de "patata" y "whisky" son actores secundarios de una pantomima circense donde el jefe
de pista va de blanco y el payaso habla de felicidad y eternidad. Tiene miedo de ser devorado por el león del arrepentimiento pero
chasquea el látigo tembloroso creyendo en que todavía puede mantenerlo a raya, solo eso, a raya... chas chas chas... el es devorado
por el felino mientras los presentes aplaudimos tan magno espectáculo y lanzamos rosas espinadas a su deshilachado cadáver.
Los ojos de la viuda son cubiertos por un velo de sangre, sus hijos la acompañan preguntando donde está el domador y donde
el payaso, si esos restos de carne putrefacta son de una buena persona o de un cabrón, si ellos terminarán igual, si mañana volverán.

Las princesas encamadas creen conocer al escritor, las princesas amadas son presas del pánico cuando les sobrepasa la impresión
y se lamentan de cometer el error, de mirar a las personas como cristales y no como eso... como espamos eléctricos dentro de un
océano de etapas y visitas al hospital cuando ello lo requiere. Todas tienen distinción y son princesas por un día en el reino de la
erótica exaltación. ¿Por un día? ellas sabrán si son merecedores de un reino vitalicio o temporal, pero un reino bien llevado sin
corona ni cetros... con bufonees en la corte de la carne y sudor, de espías de entrepierna intentando entrar en tú interior.
Se aterran... son bien tratadas por el brazo sentimental del que escribe, pero se sueltan y les entra el pánico... les entra terror,
de nuevo al separarse encuentran motitas con pene que les ofrecen un vulgar escaparate, ellas giran su cara hacia el escritor,
le piden por favor que les ayude pero el reino se ha terminado, es hora de amarrar las riendas de la razón y cabalgar... lejos.

Far, far away...

La muerte del ídolo, el premeditado camino hacia la morgue del salvador... ayer era una ventana abierta a la esperanza,
hoy es un salto en caída libre sin vislumbrar entre nubes un final estrellado. Todo termina por explotar y lo que sube termina
por bajar, como las motitas... hablan y te susurran... te mienten y te manipulan... te inyectan su veneno poco efectivo
para hacerte pasar noches atada de corazón y boca... gimiendo atacados mientras disfrutan de lo que persiguen, la carne y la crueldad van de la mano, de tormentas y lamentos, de ratas y sentimientos.

Motitas con pene, vampiros casados... reales fracasos son bastardos...
Mismos alumbramientos, idénticos arrepentimientos.
Patadas de libro, recitales de categoría.
Hoy me marcho como el púgil sabedor de sus fracasos y de sus derrotas,
de los ganchos de izquierda por recibir y los besos... algunos.

Charly.-

jueves, 17 de junio de 2010

QUADROPHENIA XIX: Anoche me follé a Jane Birkin

Eran casi las tres de la mañana en una calurosa noche de Junio. Despertó de su letargo al oír fugazmente las sirenas de los bomberos, se podían percibir a lo lejos muy lejos, tal vez con el ruido de la mañana ni se oirían pero ahora parecieran más cercanas. El aire, según soplaba, arrastraba el sonido haciéndolo más intenso hasta volver a desaparecer.



Ya casi no se escuchaban, aunque trataba de agudizar el oído para percibir las sirenas en la lejanía. Por lo que pudo notar, eran más de tres camiones de bomberos los que pasaron a toda velocidad. Lo primero que se le vino a la cabeza fue “Fahrenheit 451”, la novela de Bradbury que leyó hace algún corto periodo de tiempo. Su pelo empapado se enmarañaba sobre la frente, apartándose tres mechones miró hacia su derecha, allí dormía la mujer que esa noche le acompañaba, no recordaba ni su nombre, fueron suficientes dos ginebras con tónica para convencerla de sus encantos embaucadores.


Sin hacer mucho ruido encendió un pitillo mientras se colocaba los auriculares del mp3 y seleccionaba “Grace” de Jeff Buckley, por un momento, mientras sonaba ‘Mojo Pin’ quiso ser Jeff Buckley, morir joven… muy joven, pero ya era tarde. No por edad, pues aun conservaba unos lustrosos veinticinco años y Jeff murió con treinta, pero era tarde, muy tarde, pues era cobarde, muy cobarde como para quitarse la vida de manera “accidental”. Aún así mantenía la idea de morir a los treinta.

Anduvo por el cuarto oscuro sin saber que hacer. Buscaba sus pantalones que esparcidos por toda la habitación se antojaba una explosión de tejido textil. Una camiseta, un tanga, un calcetín... restos de una noche de sexo desconocido que se acumulaban en el fondo de un anudado preservativo. Pasó de seguir buscando la ropa pues se sentía todavía aturdido por lo que marchó hacia el cuarto de baño totalmente desnudo. Entró y encendió la luz, su rostro se reflejó en el espejo pero no era el, aquel reflejo no podía ser el, no, no podía ser el. Normalmente guardaba un aspecto jovial y muy sano pero aquella persona que tenía frente a el presentaba un aspecto demacrado y desgastado por la nocturnidad de sus actos.

So Real’, como clara evidencia de lo que sucedía, era el siguiente tema de Buckley que salía de sus auriculares. Regresó al cuarto donde compartía cama con aquella desconocida de pelo moreno, se quedó por un momento observándola desde el umbral de la puerta, era bella y recordaba que fue agradable durante la pasada noche pero ahora quería irse o que se fuera pero eran las cuatro y pico de la madrugada, le parecía demasiado cruel, incluso para el. Aquel atisbo de cariño le hizo estremecerse de manera brutal, se asustó de sus propios sentimientos así que sin pensarlo demasiado se vistió como pudo y aun descalzo pero con las zapatillas en su mano, salió por la puerta de entrada y entró en el ascensor. Descendiendo se iba atando los cordones hasta que llegó al portal, allí terminó de colocarse la ropa y salió a la calle, no sin antes, encenderse otro cigarrillo.


No había demasiada gente por la calle aquella noche de Junio, pasaron dos barrenderos que como el mismo, llevaban auriculares. Ni se miraron, ellos barrían papeles y cigarrillos con almas destetadas que escondían bajo un traje amarillo y verde fosforito. Ahora caminaba calle abajo sin pensar demasiado, coches por allí y taxis por otro lado eran la única vida que le daban a la noche, mejor dicho, madrugada ya.

El sol todavía tardaría en aparecer unas horas, no hacía demasiado calor, se estaba bien pero su sensación interior era la de un frío insoportable, una glaciación mental que le situaba desprotegido en aquella situación.

¿Cómo se llamaría? ¿De donde salió? ¿Por qué está ahí, en su cama, desnuda? Eran muchas las preguntas que se aglomeraban en su cabeza. Para empezar, aquella mujer era algo más mayor que el, se conocieron en algún antro del centro mientras masticaban el ambiente viciado por el humo de cientos y miles de personas. Empezaba a ver con claridad, aunque no toda, como llegó hasta allí. ‘Hallelujah’ no ayudaba demasiado, todo lo contrario, le hundía todavía más en su quejumbrosa historia por montar.

Aquella noche bebió bastante, eso estaba claro, pero no sabe si ella también. Por como estaba la ropa desperdigada diría que la entrada fue apasionada y se pusieron a practicar sexo como animales descarnados. ¿Tan rápido? En fin, otra de las tantas preguntas que aparecerían mientras intentaba conectar sucesos de aquella noche. Si que recuerda la música del momento preciso en el que la chica se le acercó, un tema de aquellos de moda, algo muy pop que con solo oírlo te volvías diabético, pero a ella le encantaba, incluso se lo dijo. Ya teníamos algo más, aquella mujer tenía un pésimo gusto en cuanto a música se refiere y no descartaba que tuviera problemas a la hora de seleccionar el polvo de aquella noche, ni el mismo se consideraba alguien atractivo.


Los pies se le cansaban de tanto vagar por las calles mojadas de la ciudad. Quedaría una hora o dos para que amaneciera, así que, como buen vampiro, volvió a su escondite, lo mismo la extraña acompañante de cama estaría ya despierta y recordaría algo más. Pero no fue así, a su regreso, la chica seguía durmiendo boca abajo en su cama, respiraba tranquilamente pues parecía cómoda incluso por la postura. Ella en cama de un extraño durmiendo a pierna suelta y el tan incómodo acompañado en cama propia. Suspiró con los brazos en jarra y se marchó a la sala de estar donde volvió a encender un nuevo cigarrillo.


Exhalaba el humo y trataba de dibujar formas con el, pero como su memoria, era volátil y de imposible manejo. Encendió el televisor, por la hora que era ya seguramente habría noticias matinales o algún tipo de teletienda cutre, y no se equivocaba pues los primeros canales que aparecían frente a sus ojos solo vomitaban noticias refritas y algún vendedor ciclado que vendía un revolucionario aparato machaca-músculos.


El aburrimiento y al desazón ya le ganaban la partida a la duda y a la inquietud por lo que cayó derrotado en el sofá. Lo siguiente que observó al despertar fue una sala de estar más iluminada y en la televisión una serie ochentera, por lo que pudo deducir habrían pasado varias horas. En cuanto reaccionó y se asentó en el espacio-tiempo fue impaciente hacia su cuarto para ver si aquella misteriosa chica seguía, se acercó sigilosamente a la oscura habitación y allí, sobre la cama, yacía una nota:


El humo cegó tu vista, la absenta bloqueó tu cabeza y mi veneno te mató de orgullo.
Atentamente: Tu sentido común.


Salió del cuarto lentamente, a paso firme pero lento, muy lento y se dirigió hasta el equipo de música y pulsó el play. Comenzaba a sonar 'Je T'aime... Moi Non Plus’ de Serge Gainsgbourg y Jane Birkin, se asomó por la ventana de la sala de estar y observó el cielo azulado, hacía sol y era un día precioso, ahora bajaba la vista y contemplaba el caminar de los viandantes… todo se volvía de color blanco hasta que se desplomó en el suelo de su casa mientras su alma saltaba por la ventana.


(A Octavio y sus Experimentos in da Notte. Gracias por el título)


Charly.-

miércoles, 12 de mayo de 2010

QUADROPHENIA XVIII - El Jim Morrison del 4ºB

La historia que hoy vengo a contar me sucedió hace ya bastantes meses, no llega a cumplir el año. Era a últimos de Agosto, diría que ya habíamos entrado en Septiembre y por entonces me encontraba solo en casa, esperando a que, la que por entonces era mi novia, viniera a casa unos días.

Por la tarde, con la comida bajando, me dispuse a servirme un gintonic y empezar a escribir algo que me rondaba por la cabeza. Seleccioné algunos vinilos de la estantería y coloqué el primero en el tocadiscos; un recopilatorio de los Fleetwood Mac. Las ideas fluían, así como la ginebra mezclada con la tónica fluían por mi garganta. Aquel momento reposado… fue interrumpido por un ruido exterior, debajo, en una plazoleta cercana en la calle donde, me ha tocado vivir. Un grupo de latinoamericanos pasaban la tarde bebiendo cerveza y tocando la guitarra, no era raro, solían hacerlo y a mi francamente no me molestaban, por lo que seguí a lo mío.

The Chain, Go Your Own Way, Gypsy o As Long as for You... giraban y “crujían” en los altavoces. Que bien se estaba poniendo la tarde y más sabiendo lo que me esperaría días después, ¡que sensación tan gratificante!

Terminado parte del texto, finalizado el LP y vacío el vaso… volví a empezar. Esta vez la aguja acariciaba los surcos del Live at Fillmore East de los Allman Bros, rellené el vaso con ginebra y tónica para continuar apreciando aquella tarde frente a la hoja de texto del Word. Statesboro Blues era (y es) un comienzo brutal y Stormy Monday sabía mejor con cada sorbo de gintonic. ¡¿Por qué te llevaste a Duane Allman?!

En Fin…

Una llamada al móvil me saca del océano tan interesante donde tan placenteramente me zambullí al comienzo de la tarde. El emisor de la llamada ahora no tiene porque cobrar protagonismo, ni recuerdo quien era, ¿publicidad? ¿Algún mensaje de texto sin importancia? ¿Con importancia? Da igual, tras dejar el teléfono sobre la cama lo miré pensativo, volví a cogerlo y para evitar más subidas a la superficie, lo silencié. Que llamen…

You Don’t Love no se me estaba haciendo larga, sus casi veinte minutos de duración eran todo un placer, luego vendría Whipping Post con sus veintitrés minutos y poco, sin olvidar Hot ‘Lanta o In Memory of Elizabeth Reed… ¡como me enorgullezco de tener ese disco en mi estantería!

Los hielos del gintonic chocaban entre sí y con el cristal del vaso emitiendo un grácil tintineo. Aun tenía media copa por terminar, tranquilamente, no había prisa alguna, pues el texto en el que estaba trabajando prácticamente se escribía solo e iba como un tiro. No solo rápido, sino con fuego porque amigos, no hay que dar con fuerza, sino donde más duele.

Me recliné en la silla, cerré los ojos mirando hacia arriba y dejé que el alcohol que me embriagaba hiciera el resto mientras los últimos punteos de You Don’t Love Me arropaban mi ser con las ondas sonoras.

La aguja se levantó… últimos giros del disco por la inercia y silencio… ahora había silencio. Ya no se escuchaban los cantos ni ruidos de la calle, hacía un rato que terminé el texto y el vaso que unos minutos antes contenía el último gintonic, ahora permanecía impasible en la mesa, con gotas creadas por la condensación que escurrían hacia abajo formando un círculo acuoso alrededor. Desenfundé el tercer LP de la tarde, ya casi noche, Morrison Hotel de The Doors, cuidadosa mente le pasé una gamuza para quitarle el posible polvo que tuviera y lo coloqué en el plato.

Mientras sonaban los guitarrazos de Robby Krieger comenzando Roadhouse Blues abrí la carpeta y contemplé la foto del grupo en el interior. Sin previo aviso, un sonoro golpe me despertó del trance. Venía de la escalera así que me dirijo hacia la puerta de casa y de pronto, otro golpe, esta vez más fuerte seguido de otros más pequeños. Algo había caído por la escalera, algo… ¡o alguien!

Roadhouse Blues seguía sonando en el tocadiscos cuando abrí la puerta, aquella canción sirvió de fondo o banda sonora para la escena que me encontré.

Allí, agarrándose a duras penas al pasamanos de la escalera permanecía un tipo achaparrado, con el pelo a tazón, piel morena… unas Ray-Ban descolocadas y a punto de caerse que escondían unos ojos semi cerrados de mirada perdida. Lucía una camiseta negra ceñida marcando una prominente barriga, cinturón con una gran hebilla sujetando unos pantalones tejanos que terminaban dentro de unas botas camperas. Allí, a sus pies, la funda abierta de una guitarra y dentro, lógicamente, la guitarra. Es evidente que físicamente no guarda parecido, pero sería por el shock del momento o por la música de fondo pero me dije mentalmente… “¡El puto Jimbo latinoamericano vive en mi bloque!”

Imagínense por un momento dicha escena mientras suena Roadhouse Blues de The Doors. Esperpéntica es poco.

Aquel hombre pertenecía al grupo que se encontraban tocando la guitarra y bebiendo cerca de mi casa, debe ser que ahora regresaba a su piso y ni podía mantenerse en pie.
Le pregunté como se encontraba y no obtuve más respuesta que un balbuceo y un movimiento torpe. Espeté que tuviera un poco más de cuidado y ahora si obtuve una serie de frases que con prestando algo de atención se entendían, eso si, entre balbuceos obviamente.

-No me cuentesss novelassss… que te parto…

Me decía el pájaro mientras movía su brazo hacia atrás, pero antes de continuar con la frase se fue de espaldas contra la pared. Llega a situarse de espaldas a las escaleras y había bajado rodando las mismas. Se incorporó, agarró la funda de la guitarra, abierta, y mirándome con desprecio siguió con su viaje hacia la cuarta planta, no sin antes decirle con cierto aire bacilón.

-Eh Morrison, te llevas la funda pero te dejas la guitarra…

Pero ni caso, siguió subiendo y yo cerré la puerta. Al rato volví a oírle reptar por las escaleras para recoger su guitarra.

Aun algo aturdido por lo sucedido reparé en que la cara A del disco estaba a punto de terminar, sonaba Ship of Fools… idónea para echar el telón de aquella obra tragicómica.

Charly.-

lunes, 26 de abril de 2010

QUADROPHENIA XVII – Mistery Train. (Oda a Elvis)

Ahora que ha pasado el invierno (tanto climático como personal) y el Sol se deja ver a lo lejos, en mi horizonte personal, con claridad… hablaré de algo curioso que suele ocurrirme con los seres urbanos, especialmente de mediana edad y edad avanzada.

“Charly, tío, ¿esto tiene que ver con la música?”

Ya te digo yo que si, así que lee, que en todo hay ritmo y compás.

Esto se remonta, más o menos, hará ya casi tres años y algo. Yo salía de Atocha hacia Valencia en un Alaris mañanero, deposité mi equipaje de mano en la bandeja sobre la ventana y me coloqué el mp4. No recuerdo que estaba escuchando exactamente, la cosa estaba entre Johnny Cash, Ryan Bingham y Wilco. La lectura, que tampoco recuerdo muy bien cual era, seguramente amena, quizá una biografía de algún grupo o una novela distópica… lo mismo me releí 1984 o vaya usted a saber.

Antes de que el aviso de megafonía que sonaba en el exterior, ese aviso mecanizado con voz femenina que de repente corta una voz masculina anunciando el destino, avisara a los últimos viajeros de la salida del tren… subió una mujer que rozaba el sextenio, de pelo rubio platino casi cano, un chal blanco y unas gafas con monturas al aire que se colocó una vez en su asiento, por cierto, de ventana.

Las cuatro horas aproximadas que dura el viaje se presentaban algo apáticas; el paisaje pasaba veloz y me habían puesto una película poco o nada entretenida y a la hora y media de haber partido de Madrid me dejé caer en brazos de Morfeo. Apoyado sobre mi brazo derecho como pude, me mantuve desconectado durante un largo lapso de tiempo…

Mis ojos se abrieron, no se el tiempo que pasó. Ya no sonaba música en el mp4, incluso uno de los auriculares se había caído y ahora pendía sobre mi pecho. Algo aturdido miré por la ventana, la mujer que ocupaba el asiento de mi lado permanecía absorta en la lectura de su novela, con las gafas en la punta de su nariz. El Sol, always The Sun, brillaba con ganas y me tuve que poner las gafas de sol hasta que, al menos, mis ojos claros se acostumbraran a la luz sin que me dolieran.

Una vez situado en el tiempo, viendo la hora que era y por lo que supuse, algo avanzada, pues ya no había película y si un mapa en la pantalla que indicaba el recorrido del tren, el cual ya había pasado algo más de la mitad del camino, me recliné y traté de acomodarme en el asiento cuando la mujer de mi lado, me habló:

-I think you’ve fallen asleep.
(Creo que te has quedado dormido.)

¡Caramba! Me estaba terminando de despertar y resulta que mi compañera de viaje me estaba hablando en un perfecto inglés. Yo respondí como pude:

-Yes, I was tired and the film was boring.
(Si, estaba cansado y la película me aburría.)


La apacible señora sonrió con una leve carcajada, cerró su libro y lo depositó dentro de su bolso a la vez que se recolocaba sus gafas. De nuevo, dirigiéndose a mí continuó:

-My name is Cathy, nice to meet you.
(Mi nombre es Cathy, encantada de conocerte.)

Yo respondí cortés, con una sonrisa y dándole la mano:

-I’m Charly, nice to meet you too.
(Yo soy Charly, encantado de conocerte también.)

Señalando mis auriculares me pregunta, ahora en castellano pero con acento , que tipo de música estaba escuchando.
Me disculpé, pues quizá el volumen le había molestado aunque no estaba muy alto pero me dijo que no, que no le había molestado en absoluto. Proseguí, ahora, explicándole el tipo de música que estaba escuchando; que era country, blues, rock and roll clásico… pero sorprendida me dijo nuevamente en castellano, idioma que hablaríamos hasta el final del viaje…

-¡Oh! ¡¿Country?! Adoro a Johnny Cash, Hank Williams, Jimmie Rodgers... y el rock and roll de Eddie Cochran, Gene Vincent... y por supuesto ¡El Rey!


¡La hostia! A aquella apacible mujer le encantaba el country y el rock and roll. Aquello era curioso, muy curioso y yo quería saber más.

-¡Es extraño encontrar gente que conozca bien esta música! ¡Que sorpresa!

A lo que ella me respondió, sonriendo:

-Y es raro encontrar gente en un tren, y más en el mismo asiento, que se interese por Hank Williams, Eddie Cochran o Cash.

La conversación se antojaba interesante. La mujer me contó que llevaba ya tiempo en España y que iba a Valencia a visitar a una hermana suya. Nació en Estados Unidos, en un pueblecito de Virginia, creció allí escuchando, por entonces, discos de 45rpm de Gene Vincent, Harry Nilsson, Elvis Presley, Jerry Lee Lewis… que compraba ahorrando o bien los tomaba prestado de sus hermanos. Me habló de lo que significó el rock and roll, el rockabilly y el folk para ella. Sentía especial predilección por Johnny Cash, adoraba los comienzos del “man in black” en Sun Records y las últimas grabaciones con Rick Rubín antes de dejarnos. Me preguntó el motivo de mi viaje, sino era mucha indiscreción, sin problema alguno respondí a su duda. Por aquellas fechas era mánager del valenciano Manolo Tarancón y el motivo del viaje era para cerrar el trato y acordar ciertos puntos.

Me preguntó que tipo de música hacía, comenté que era una música también muy americana. Acústicas, pedal steel, slides, percusión con escobillas… que se asemejaba de algún modo a Ryan Adams, Wilco o a DylanQuique González en caso nacional… Sabina

-¡Oh! Dylan… Ryan Adams me gusta, pero soy más clásica, son de mí tiempo. –Dijo entre risas la buena señora.

-¿Ha escuchado The Last Man Standing? – Pregunté

-¡Por supuesto! Jerry Lee Lewis no ha perdido casi fuerzas y ese Pink Cadillac que se marca con Springsteen… también está Willie Nelson, mí querido Willie Nelson… Kris Kristofferson también aparece. – Respondió ella.

(Señores viajeros, les informamos que nos aproximamos a la Estación de Valencia Nord, no olviden sus pertenencias. Espero que hayan disfrutado del viaje con las líneas de Alaris, RENFE. Muchas gracias)

Nos despedimos, en algún viaje nos encontraríamos…

Charly.-