Mientras lees este texto yo he huido de la escena del crimen, soy un escapista de las cuatro paredes y mis pies son el caucho de los neumáticos. Camino del sur, oyendo a la granadina Zahara y revisando mi agenda y mi cabeza, repaso con calma y nerviosismo a la vez mis prioridades humanas.
¿Qué hay de malo en hablar? Nada, aunque hables de tonterías, no hay nada de malo. ¿Es perjudicial ir a un concierto? Para nada, salvo que Melendi amenace con cantar, no tiene porque ser malo oír música en directo. Entonces, ¿ir a un concierto y hablar es compatible? Claro, alguien tendrá que criticar que el batería no sigue el ritmo pero por el contrario puede hablar con su acompañante de cómo le gusta lo que oye y que se comprará el disco. Pero… ¿Si pagas por ver un concierto y hablas y no dejas oír a los demás asistentes ni al músico tocar?... entonces, amigo mío, eres idiota.
Pongámonos en situación, una sala de aforo mediano, cincuenta personas asisten al concierto de un músico con su banda en acústico y cuatro modernitos, cubata en mano, hablando a viva voz. Miradas hacia quienes hablan, parece que sus flequillos no les dejan ver más allá del hielo derretido de su vaso y no se dan cuenta de que molestan. El concierto continúa ya casi por la mitad, entre acordes de guitarra y la voz del cantante podemos oír cuatro tonos de ser humano parcialmente desafinados e histriónicos. Mucha gente molesta les chista y les piden por favor que se callen. Pero nada, el momento en silencio en el que se habían mantenido había sido porque dos fueron al cuarto de baño, otro bebía y el restante se fue a hablar con su móvil (seguramente no tendría cobertura, sino si que estaría hablando en el mismo sitio). No aplauden ni un tema, molestan y dado su estado de embriagadez ya no solo molestan con la voz, sino que los empujones se suman a su festival de civismo.
Lo siento, esta noche no tocaban Franz Ferdinand.
El músico, desde el escenario se fija en estos cuatro, pero el tiene que ganarse el pan y continúa tocando, no sin poner cara de descontento hacia esos cuatro simpáticos personajes. Ya situados en escena pensaréis: “pues eso se ve en muchos conciertos”. Efectivamente, se ve, y te da igual el que sea, se ve y es algo común a veces hasta molesto, sobre todo si te tocan cerca. En los conciertos gratuitos es donde más se ven pero en los que pagas por ver el bolo se siguen sintiendo a algunos de estos personajillos, que encima de pagar una cierta suma de dinero, ni oyen ni ven nada y ni dejan, vamos, como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. ¿Tan falto eres que encima de pagar vas a hacer el gamba toda la noche, compañero?
En fin, la educación hace más falta que el dinero en estos tiempos y el respeto es algo que no se encuentra fácilmente. También es cierto que este tipo de gente en un concierto es como los fideos en la sopa, pero sin pasarnos. No voy a catalogar a los fans ni fauna en los conciertos, me he encontrado de todo y espero seguir encontrándome más.
He tenido largas esperas antes de un concierto y ahí ves muy fans (talifans) que han recorrido toda la geografía haciendo la gira, se saben todo, el hotel donde se alojan, ropa, consiguen cualquier cosa y hasta tienen cierto contacto con alguien cercano al grupo o banda, pero no aceptarán críticas, si lo haces y te fulminan con la mirada luego no te quejes. Hay tipos que van tranquilamente a verlo si pueden en primera fila, sino pues lo verán desde donde sea poniéndose de puntillas, chavalitas que presumen de sus escarceos con algún miembro de la banda (vulgarmente conocidas como grupis) incluso algún novio orgulloso de tal proeza. Llevando unos cuernos ilustres y tan campante. Verídico.
Es tan amplia la fauna “concierteril” que es imposible ver a simple vista quienes son unos y otros, hay que conocer a las personas. Pero lamentablemente ir a un concierto de alguien que arrastre fans como si de una secta se tratara es posible que te encuentres talifans, grupis, enterados y en menor medida amantes de la música.
Aún conservo en la memoria y espero que por mucho tiempo, el concierto de Neil Young en Rock in Río, lógicamente había de todo pues mas que un festival de Rock (Ja!) eso era un parque de atracciones en toda regla que mas tarde pasó a convertirse en una rave chundera. Se qué la “maravillosa” televisión española se cargó la retransmisión del concierto, con esos comentarios tan graciosísimos de dos monigotes (serán ellos los que hablan en los conciertos moviendo su flequillito?) pero peor aun fue estar allí y comprobar que entre canción y canción del gran Neil Young se oyera de fondo el bacalao pastillero que tenían puesto en la carpa electrónica. Rock and roll del “güeno”.
Poco a poco y también a grandes zancadas se le está perdiendo el respeto no solo al prójimo, sino a la música. No hay más que ver y oír un poco lo que la radio hace mal sonar (Cadena Dial necesita nuevos discos! Que los de Shakira se les repiten!) la factoría Disney edulcora el rock and roll con tres guapotes llamados The Jonas Brothers que para más inrri quieren conservar su virginidad hasta después del matrimonio. ¡Niños! El espíritu no es “sexo, drogas y rock and roll” ahora es “pajillas, pica pica y gomina”. Lamentable que las nuevas generaciones solo sepan quienes eran Nirvana porque la emo de clase lleve una camiseta y claro, que un cantante se haya suicidado “mola mazo”, en clase tiene puntos con los más malo-malotes.
Tras esto, me viene a la mente una cosa que leí hace un par de años cuando fui a ver a Bob Dylan y al día siguiente en los periódicos apareció una crónica de un periodista que empezaba mas o menos así su vivencia:
“Al concierto del genio de Duluth se acercaron una gran mezcolanza de generaciones, desde más pequeños pasando por adolescentes hasta llegando a ancianos. Me acerqué a un corrillo de chicas en edad adolescente y les pregunté si sabían quien era Bob Dylan a lo que ellas respondieron:
-Claro! No era el negro ese?
-Si, mi padre tiene discos de el, he venido obligada.”
A grandes rasgos era así, no olvidaré jamás semejantes respuestas. Vale que nadie está obligado a oír ni saber quien es Dylan, pero un poco de cultura general nunca viene mal, aunque viendo como viene el panorama, la cultura brilla por su ausencia en la chavalería y no tan chavalería. Y así entre tu y yo… los grandes artistas pecan y no sabes como.
Hace un tiempo, creo que hace tres años o más, entrevisté a Shuarma para el fanzine Orpheo, le pregunté sobre sus gustos musicales, me pareció muy curioso los artistas que escucha este hombre, que muy poco tienen que ver con lo que hace.
¿A quien destacarías actualmente en el panorama nacional?
La Mala Rodríguez me encanta
¿Has estado presenciando algún concierto últimamente?
Marisa Monte en el auditorio de Barcelona. El concierto más fantástico al que he asistido en mi vida, además después tuve el placer de conocerla y fue encantadora
Leí, que Elefantes erais fans de Camela, ¿Has tenido relación con ellos o han surgido inicios de algunas colaboraciones?
Yo era fan de Camela. Creo que es un grupo fantástico. Si que les conozco porque estábamos en la misma compañía discográfica y son una gente encantadora. Yo les hable de hacer algo juntos, pero creo que no lo veían mucho, porque no lo hemos hecho.
Aquí, un Shuarma que aún era vocalista de Elefantes, demostraba sin tapujos que le encantan grupos que se suelen repudiar, como Camela. ¿Aceptarían los grandes sibaritas de foros musicales a Camela entre sus comentarios? No soy partidario de su música, pero es muy loable de donde vienen y hasta donde han conseguido llegar, independientemente de si nos gusta su música o no.
¿Hay qué educar los oídos de la gente? Mi respuesta es claramente que SÍ. Para muchos será solo en vano pues en el país de la charanga y la música de garrafón hasta los más grandes artistas son más de lo mismo, aunque luego vayan de alternativos o de grandes figuras apoyando a la causa, unos se suben al escenario interpretando manidos set-lists coreados por su no menos repetitivos fans y mientras otros tocan entre barriles de cerveza y algún que otro futbolín. Tendremos a los ídolos legendarios, llenando estadios y polideportivos gritando y levantando el puño en contra del mainstream y de las radió fórmulas, a viva voz, sus incondicionales claman contra los 40principales, contra la televisión y Operación Triunfo, el enemigo es el periodista que debe de ir a la hoguera cual hereje en la inquisición!
Pero amigos, toca saber venderse y luego aparecer en la Mtv, subir por la escalera de la publicidad y pecar de sordo, dejarse ver por el Backstage de algún concierto de El Canto del Loco y tener que responder mil veces la misma pregunta en cada entrevista, que por más que moleste, porque la promoción es la promoción.
Es la mercadotecnia, la otra cara del músico, no tan agradable como salir a tocar, pero un trámite.
Suspiro por no enfadarme más. Pero cualquier golpe es bien absorbido por el sparring más aventajado, demostrando que canten lo que canten, digan lo que digan y desprecien lo que quieran despreciar… jamás tiraremos la toalla.!
Como en la anterior entrada, vuelvo a dejar cinco recomendaciones que espero estéis tomando nota de ellas.
Highway Companion de Tom Petty
Espera a la Primavera de Fabián
Chrome Dreams II de Neil Young
Dulces Dieciséis de Burning
Más Allá de uno Mismo de Manolo Tarancón
No tardaremos en leernos las letras…
Charly.-
Agradecimientos: a J, Álex (Vandemia) Casanova, Pili Rojas, Juan (King Size) Garrancho, Copi, Lara (el motor de mi funcionamiento) y a Manolo, por haberme hecho vivir la música tan de cerca.
2 comentarios:
Me encanta la parte de las "pajillas, pica pica y gomina"...xD! Te ha quedado tan natural, que lo hace especialmente gracioso y original.
Enhorabuena de nuevo por el artículo. Te seguiré leyendo. ;)
Ey Charly!
Suscribo el cien por cien de las líneas que has escrito. Vamos, no podría estar más de acuerdo. Y las recomendaciones, parecen sacadas de mi mente! ;)
Saludos!
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